La reciente propuesta de presupuesto de la administración Trump para la NASA para el año 2026 ha revelado un recorte de aproximadamente un 25%, lo que representa un cambio dramático en la financiación espacial estadounidense. Aunque este movimiento ya se venía rumoreando entre círculos políticos y medios especializados, la oficialización del recorte deja claro que Elon Musk y su empresa SpaceX serán los principales beneficiarios. Esta situación ha causado una gran preocupación entre los científicos y expertos en exploración espacial, quienes temen que este recorte afecte gravemente el progreso de las misiones diseñadas para llevar a los humanos de regreso a la Luna y, eventualmente, a Marte.
Una de las iniciativas más afectadas es el programa Artemisa, que tenía como objetivo llevar la primera mujer y a la primera persona de color a la Luna a través de la misión Artemisa III. Sin embargo, con la cancelación del cohete SLS y la cápsula Orión por parte de Trump, la viabilidad de estas misiones queda en entredicho. Las alternativas comerciales propuestas, incluida la utilización del Starship de SpaceX, generan dudas entre los expertos, dado que la nave aún no ha demostrado su capacidad de entrar en órbita. Esta incertidumbre pone en riesgo no solo el lanzamiento de Artemisa III, previsto para mediados de 2027, sino también el futuro de las misiones subsecuentes, como Artemisa IV.
Además de las misiones lunares, la estación lunar Gateway y los planes para la Estación Espacial Internacional (EEI) también están en la mira del recorte presupuestario. Al eliminar esta infraestructura, Trump pone en jaque la colaboración internacional que había sido fundamental para el desarrollo del programa Artemisa. La ESA, que había colaborado en la creación del módulo de servicio para la cápsula Orión, se encuentra ahora sin un socio confiable en NASA, lo que podría llevar a una reducción significativa de la cooperación espacial entre Europa y Estados Unidos. Las decisiones sobre el futuro de la EEI también son conflictivas, dado que el gobierno busca reducir el número de astronautas, lo que limita la capacidad de experimentación en el espacio.
El plan de Trump también afecta a la misión de retorno de muestras de Marte (MSR), que ha estado marcada por retrasos y sobrecostos. La administración no solo cancela esta ambiciosa misión, sino que rechaza alternativas privadas que podrían haber mantenido vivo el proyecto. En su lugar, propone una misión tripulada para recoger muestras de Marte, de la cual ya ha destinado 1.000 millones de dólares, una gran parte de los cuales se espera que beneficien a SpaceX nuevamente. Sin embargo, este enfoque arriesga retrasos adicionales, dado que la posibilidad de que Marte sea visitado por humanos durante el mandato de Trump parece poco probable.
Finalmente, los recortes en el presupuesto también impactan las misiones científicas de la NASA, que verán una reducción de 2.265 millones de dólares. Esto incluye una notable disminución en la financiación para el Telescopio Espacial Nancy Grace Roman, cuyo lanzamiento se encuentra en limbo. La propuesta de Trump ahora debe ser aprobada por el Congreso, donde los legisladores se enfrentarán a la difícil tarea de balancear los intereses políticos con la necesidad de mantener la competitividad de Estados Unidos en el ámbito espacial. Con acciones como esta, la administración Trump no solo podría estar sacrificando la capacidad de la NASA, sino también impulsando el avance del programa espacial chino, que se posiciona como el próximo líder en exploración espacial.