¿Has escuchado aquello de que “las cosas no se pierden solas, lo que pasa es que no sabes dónde las dejas”? Bueno, algo similar es lo descubierto, según el Premio Nobel Susumu Tonegawa, con el Mal de Alzheimer.
Lo que ocurrió fue que una reciente investigación en ratones trajo algunas conclusiones importantes para la ciencia, que ponen en duda la noción de que la memoria perdida es irrecuperable y de que el Alzheimer es un daño irreversible. Todo esto a causa de que se logró, mediante la estimulación de zonas cerebrales puntuales, que los ratones volvieran a acceder a recuerdos o aprendizajes que parecían olvidados o simplemente borrados de las neuronas.
El animal implicado en el estudio y que no estaba inducido a síntomas del Mal, es regresado a una zona traumática en la que se le hizo pasar por una situación molesta y, como es lógico, reacciona con temor en base al recuerdo de su experiencia previa. Por otro lado, los ratones “enfermos”, reaccionan con aparente normalidad, puesto que no guardan ningún recuerdo desagradable, a pesar de haber sido sometidos al mismo trauma.
Sin embargo, cuando los científicos estimularon esas áreas específicas de los cerebros de los animales -las llamadas “células de engramas” relacionadas con la memoria- estos sujetos experimentales recordaron su experiencia indeseada y volvieron a mostrar un comportamiento temeroso.
Esto parece indicar que el recuerdo o experiencia seguía allí, guardado en las redes neuronales, a pesar de que ratón no podía acceder a él. Entonces, la estimulación provocada por los investigadores los indujo a reingresar a esas memorias.
La conexión con lo que ya sabíamos
El no tan antiguo descubrimiento de que el Mal de Alzheimer tenía relación con ciertas placas que se producían en algunas zonas cerebrales y bloqueaban las relaciones sinápticas, parece saltar a la vista con el experimento revelado por Tonegawa. Si bien, ambas investigaciones son complementarias, no tienen relación de causa o consecuencia. Lo que sí parecen hacer es completar una historia científica cada vez más alentadora para las nuevas generaciones. Esperamos que en Chile algún grupo de científicos pudiera realizar estas investigaciones y lograr avances, incluso si tuvieran que optar a distintas opciones de financiamiento, factoring o incluso a Bolsa mi Pyme si fuera posible para poder encontrar las respuestas que se necesitan.
Las placas amiloides o placas seniles, como se ha convenido en llamar por parte de ciertos sectores, son depósitos extracelulares de un péptido denominado beta-amiloide, de cerca de 40 aminoácidos que, a pesar de que cumplen funciones más allá de las vinculadas al Alzheimer (funciones nocivas, en ese caso), son responsables del bloqueo neuronal que desemboca en los síntomas típicos de esta enfermedad.
El Alzheimer, en definitiva, es causado por el desgaste en ciertas estructuras cerebrales, que propician el alojamiento de las betas-amiloides y ciertos ovillos de fibrina en la sustancia gris. Esta anomalía reduce la eficacia de la función de las neuronas y las destruye gradualmente, produciendo daños en la cotidianidad del paciente que van desde simples olvidos sin importancia, hasta la pérdida de las capacidades motoras y de esfínter. Esto, porque los principales efectos se producen en la materia gris, responsable de procesar el pensamiento, y en el hipocampo, responsable de la memoria. Luego de ello, la colateralidad puede comenzar a hacer mella en zonas aún más sensibles del órgano craneal.
Más allá de lo que pueda ocurrir en el porvenir con los avances de la ciencia o qué es lo que sea realmente lo que esconde este mal, es de esperar que no sean imposibles de combatir o tratar por el ingenio humano pero, hasta hoy, el historial permite hacer proyecciones alentadoras para quienes se acerquen a la edad de riesgos.
Por ahora, la recomendación es la de siempre: vida sana, alimentación saludable, ejercicios físicos y mentales, vida social activa y alegría. Mucha alegría.