El 14 de abril de 2025, la misión NS-31 del cohete New Shepard de Blue Origin ha marcado un hito en la historia de los vuelos espaciales al contar con una tripulación conformada únicamente por mujeres. Este vuelo ha sido presentado como un evento histórico y simboliza, según la empresa de Jeff Bezos, un avance significativo en la representación femenina en el espacio. Sin embargo, críticos de la misión han señalado que la verdadera naturaleza del evento se aleja de los logros desarrollados por astronautas auténticas, quienes dedicaron años de formación y entrenamiento para alcanzar sus metas en la exploración del espacio.
La lista de las pasajeras a bordo incluye a personalidades como Aisha Bowe, Amanda Nguyen y Katy Perry, quienes, aunque son figuras destacadas en sus respectivos campos, no son astronautas en el sentido tradicional. Su participación ha sido objeto de debate, ya que muchos cuestionan si el hecho de tener una buena situación económica o estar en el círculo cercano de Jeff Bezos debería ser un criterio para acceder al espacio. Mientras que las astronautas profesionales enfrentan rigurosos procesos de selección, estas seis mujeres viajaron como pasajeras en un vuelo automatizado, lo que ha llevado a que algunos lo califiquen de simple espectáculo promocional.
Aunque la comparación de este vuelo con las misiones de pioneras como Valentina Tereshkova resulta controversial, no se puede negar que la experiencia vivida por las pasajeras es única y potencialmente inspiradora. Al alcanzar los 107 kilómetros sobre el nivel del mar, las mujeres a bordo tuvieron la oportunidad de experimentar la ingravidez y observar la belleza de la Tierra desde una perspectiva privilegiada, aunque por solo diez minutos y 21 segundos.
Uno de los aspectos más destacados de la misión ha sido su potencial impacto en futuras generaciones. A pesar de las críticas, las seis mujeres a bordo, al igual que Wally Funk, quien también voló en una misión anterior de Blue Origin, pueden convertirse en modelos a seguir para jóvenes que sueñan con vivir sus propias experiencias en el espacio. Sin embargo, es importante no perder de vista la diferencia entre esta experiencia y el arduo camino que han recorrido las astronautas profesionales a lo largo de la historia.
Finalmente, aunque la misión NS-31 puede ser vista como un paso hacia la diversidad en los vuelos espaciales, queda la pregunta sobre cómo la industria aeroespacial aborda esta representatividad de manera genuina y no solo como una estrategia de marketing. La existencia de plataformas como Blue Origin demuestra que el interés por la exploración del espacio está creciendo, pero la verdadera inclusión deberá ir acompañada de un compromiso real hacia la formación y desarrollo de futuras astronautas, independientemente de su género o situación económica.