La reciente crisis humanitaria en Gaza ha puesto de manifiesto la profunda crisis ética dentro del sistema de salud israelí. En medio de la destrucción generalizada de hospitales y estructuras médicas, las violaciones sistemáticas del derecho a la salud de los palestinos destacan como un punto crítico. Los principios éticos que históricamente han guiado la práctica médica parecen haber sido ignorados, a medida que la militarización y la violencia desplazan la atención médica de los más vulnerables. Las intervenciones militares en hospitales, un lugar que debería ser sagrado, han desencadenado una ola de indignación y repudio internacional.
El asalto al Hospital Nasser en Gaza a finales de marzo de 2024 marcó un hito en esta crisis, con soldados israelíes arrestando a médicos, pacientes y civiles que buscaban refugio. Uno de esos médicos, H., sufrió torturas severas tras ser arrestado, lo que pinta un sombrío panorama de la situación de los profesionales de la salud en Gaza. H. fue objeto de abusos físicos y psicológicos en una base militar israelí, privándolo de atención médica esencial tras sufrir lesiones graves. Este incidente singular no es aislado, sino que forma parte de un patrón recurrente de abuso en el que los médicos y pacientes son despojados de sus derechos más básicos.
El testimonio de otros profesionales de la salud palestinos revela una alarmante tendencia: la tortura y la negligencia médica han cobrado vidas dentro de los centros de detención israelíes, con al menos 90 detenidos palestinos fallecidos en un período de 18 meses. Lo que ocurre detrás de las puertas cerradas de estos centros es un recordatorio escalofriante de cómo la guerra puede deshumanizar incluso a quienes están encargados de salvar vidas. La falta de intervención y condena por parte de las organizaciones médicas internacionales solo agrava la situación, dejando a la comunidad mundial cuestionando su compromiso con los derechos humanos y la ética médica.
La atmósfera de intensificada militarización en los hospitales israelíes ha creado un entorno donde los profesionales palestinos son deshumanizados y, en muchos casos, se les niega el derecho a ejercer su profesión. Algunos médicos israelíes han llegado a justificar su negativa a ofrecer atención a pacientes palestinos debido a factores políticos, despojando aún más a estos individuos de su dignidad y derechos básicos. Se ha documentado la colaboración de ciertos hospitales con las fuerzas militares, lo que resalta una peligrosa confluencia entre la medicina y los intereses militares que desvirtúa la misión médica fundamental.
Los testimonios de quienes han experimentado estos abusos revelan un alarmante uso de la violencia y condiciones inhumanas en detención. La falta de acción por parte de las instituciones médicas israelíes ante estas violaciones plantea serias dudas sobre su compromiso con la ética profesional. Mientras que los hospitales israelíes reciben elogios internacionales por su atención a la población israelí, se cierne sobre ellos la sombra de una complicidad tácita en la deshumanización de los palestinos. Este doble estándar no solo pone en duda la integridad del sistema de salud israelí, sino que también desafía los cimientos de la ética médica en un contexto de conflicto.



















