El 17 de octubre se conmemoró el Día Mundial contra el Dolor Crónico, fecha en que resulta oportuno reparar en cómo la medicina afronta este desafío ante una enfermedad que genera complejos impactos en la salud física y mental.
“Los pacientes que sufren este mal, en general, tendrán su dolor por mucho tiempo o para siempre. El desafío es mejorar su calidad de vida, bajando la intensidad, mejorando calidad de sueño, estado emocional y entorno social. Esto requiere manejo farmacológico, kinésico, apoyo psicológico y/o psiquiátrico, teniendo como base el manejo de la patología originaria”, comenta el Dr. Carlos Aguayo, presidente de la Asociación Chilena para el Estudio del Dolor y Cuidados Paliativos (Ached-CP).
El especialista señala que en Chile no se disponen de muchos estudios amplios y de alcance nacional sobre la prevalencia del dolor crónico.
Por ello, los datos del recién publicado estudio “Radiografía del Dolor en Chile”, desarrollado por la Universidad Católica de Chile (UC) y la Asociación Chilena de Seguridad (ACHS), aportan información cuantitativa sobre la prevalencia y sus impactos en la población nacional.
El Dr. Carlos Aguayo destaca los principales indicadores del estudio, que dejan en evidencia la prevalencia del dolor crónico y cómo se incrementa por los factores edad y género.
“Según esta última encuesta, en Chile el dolor crónico tiene una prevalencia general de 26,2%. En personas de 25 a 34 años es de 20,8% y sobre los 55 años alcanza aproximadamente un 34,5%; al analizar por sexo la incidencia global es de 32,9% en mujeres y 18,9% en hombres”, sañala.
La investigación consideró entrevistas telefónicas a una muestra representativa a nivel nacional de 3.012 personas de 18 años o más, con la cual se logró determinar la prevalencia del dolor crónico, así como su severidad e impacto en la población consultada.
Entre los indicadores recopilados por el estudio, destaca uno relacionado con el impacto del dolor crónico en la calidad de vida de la población, pues interfiere y afecta en actividades cotidianas de los encuestados, tales como tareas diarias, recreativas y laborales.
En una escala de 0 a 10, donde 0 indica ninguna interferencia y 10 interferencia extrema, las entrevistados declararon un promedio de 5,7 de afectación en sus tareas diarias, un 4,7 en la capacidad para participar de actividades recreativas y sociales y un 4,6 en actividades laborales.
Intensidad según la percepción del paciente
El Dr. Aguayo plantea que un aspecto importante para el diagnóstico y tratamiento es lograr un parámetro o indicador concluyente respecto de la intensidad del dolor en cada paciente.
“La manera práctica de medir la intensidad del dolor son escalas de auto referencia, es decir el mismo paciente es quien evalúa su dolor. Esto se explica porque la experiencia es absolutamente personal y, frente a un mismo dolor, la percepción es variable de acuerdo a experiencias previas factores sociales, entre otras”, explica el médico anestesista.
Manejo integral
El anestesiólogo comenta que, en respuesta a la prevalencia y magnitud de esta patología, tanto los prestadores privados y la red pública de salud han debido desarrollar un servicio específico, como lo son las Unidades de Dolor Crónico.
Éstas tienen el objetivo de implementar un manejo médico integral a los pacientes con esta enfermedad, que considere e integre especialidades relacionadas con los diferentes ámbitos de la salud física y mental que se ven afectados por el dolor crónico.
“El dolor crónico tiene un componente principal orgánico (físico) pero por la cronicidad se agrega un componente psicológico, como cambios de ánimo, de genio, alteraciones de sueño, depresión, aislamiento, que van amplificando el dolor. Esto explica que el dolor crónico no se trata solo con analgésicos y es importante la participación de varias especialidades y profesiones”, expresa.
“Esto se alcanza en forma óptima en las Unidades de Dolor Crónico, donde todos actúan simultáneamente en lo que se conoce como trabajo transdisciplinario, teniendo al paciente en el centro”, detalla el Dr. Aguayo.
Entre las enfermedades que presentan dolor crónico más intenso están algunas oncológicas como el cáncer de páncreas, de riñón y metástasis óseas. Entre las no oncológicas el dolor crónico más frecuente es el lumbago, de distintas causas.
“Actualmente la fibromialgia está alcanzando cifras cada vez mayores. También destacan la artritis, artrosis y dolor neuropático”, acota el anestesiólogo.
Medicamentos y terapias más efectivas
El tratamiento inicial o de primera línea para el dolor crónico es el farmacológico.
“Como se considera una enfermedad crónica, el tratamiento es crónico y se debe usar fármacos de baja toxicidad para ciertos órganos y de efectos secundarios mínimos. En este sentido ha ayudado mucho la aparición de medicamentos de liberación prolongada y el uso de la vía transdérmica (parches), ya que disminuye la cantidad de tabletas diariamente, sobre todo si se considera que en general son personas con otras patologías agregadas, con la polifarmacia respectiva (cantidad importante de medicamentos de uso diario)”, señala el presidente de Ached-CP.
Como complemento de los medicamentos analgésicos, la terapia farmacológica para el dolor crónico incluye a neuromoduladores, antidepresivos, relajantes musculares y sedantes.