Solidaridad Energética: Lecciones de la Crisis Eléctrica

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En Europa, la interconexión eléctrica ha demostrado su valor en momentos críticos, como en el apagón de la península ibérica del 28 de abril de 2025. Este evento hizo que muchos ciudadanos se preguntaran sobre la efectividad de la solidaridad energética en el continente, especialmente tras el contexto geopolítico derivado de la guerra en Ucrania. Durante este incidente, España recibió apoyo inmediato de Francia y Marruecos, que aumentaron su capacidad de suministro energético, lo que resaltó la importancia de la red de interconexiones. Francisco Aguado, experto en ingeniería eléctrica, comenta que este tipo de colaboración es esencial para evitar que un apagón en un país afecte de forma catastrófica a su vecino, aunque los mecanismos de afirmación en emergencias todavía requieren mejoras significativas.

La experiencia vivida por Italia durante el apagón de 2003 se ha convertido en un precedente para muchas naciones europeas. Aquel evento evidenció fallos en la coordinación entre los países, lo que llevó a revisar los protocolos energéticos a nivel continental. Desde entonces, Italia ha trabajado en mejorar su infraestructura energética y en establecer sistemas de monitoreo que garanticen una respuesta más ágil ante emergencias. Este esfuerzo ha cristalizado en una mayor interoperabilidad dentro de la red eléctrica europea, permitiendo que países como España e Italia se ayuden mutuamente en tiempos de crisis por medio de unos protocolos establecidos que buscan evitar el caos energético.

Con la guerra en Ucrania, el reto de la seguridad energética ha tomado un nuevo cariz. La integración de Ucrania al sistema ENTSO-E antes de la invasión rusa ha permitido que el país reciba el respaldo necesario desde la UE, un reflejo claro de cómo las interconexiones pueden servir de salvaguardias durante conflictos. La Unión Europea ha permitido incrementar las importaciones desde países miembros, lo que ha sido vital para el mantenimiento de su red eléctrica ante el desabastecimiento. La declaración de una capacidad técnica de 2,1 GW subraya la importancia de la cooperación en el marco de un sistema diseñado para enfrentar no solo los desafíos de fallos en la red, sino también amenazas externas que podrían contribuir a la inestabilidad.

A pesar de los avances, la dependencia energética de varios países europeos sigue siendo motivo de preocupación. Las cifras del Consejo Europeo en 2023 mostraron que la UE dependía en un 58% de importaciones para satisfacer su consumo total. Esta situación es especialmente crítica para países como Malta, Chipre y Luxemburgo, que presentan tasas de dependencia superiores al 90%. A medida que la transición hacia energías más sostenibles se acelera, la diversificación de recursos y el establecimiento de capacidades internas se vuelven cruciales para fortalecer la resiliencia energética de cada nación y disminuir esta dependencia externa, lo que les permitirá actuar de manera más independiente en situaciones de crisis.

Para que la solidaridad energética se materialice efectivamente, es crucial que los países europeos inviertan en mejorar la calidad de sus infraestructuras eléctricas. La falta de capacidad en las interconexiones, como ha sucedido en Europa Central, puede limitar la capacidad de respuesta ante emergencias. En el caso de la península ibérica, su clasificación como «isla energética» subraya la necesidad de incrementar las conexiones con el resto de Europa. A pesar de que la reciente colaboración entre Francia y España ha sido positiva, el aumento en la capacidad de transmisión es vital para asegurar que, en futuras crisis, todos los países miembros de la UE puedan colaborar de manera más eficiente y rápida, reforzando así la estabilidad del suministro eléctrico en el continente.

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