Durante su discurso en el foro de inversión en Riad, el presidente Donald Trump hizo una declaración notable sobre las sanciones impuestas a Siria, calificándolas de «devastadoras» pero reconoció que tuvieron «una función importante» en su momento. Trump anunció su decisión de levantar estas sanciones, argumentando que era hora de ofrecer a la sociedad siria «una oportunidad de grandeza» tras años de destrucción derivada de la guerra civil que asolaba al país. Esta declaración se produce en el contexto de su primer viaje oficial a Oriente Medio, subrayando la intención de Estados Unidos de establecer una nueva dinámica en la región, particularmente tras su diálogo con el príncipe heredero saudí, Mohammed bin Salmán, y el presidente turco, Recep Tayyip Erdoğan.
El levantamiento de las sanciones ha sido recibido con alivio en Siria, donde autoridades como el ministro de Exteriores, Asaad al Shaibani, han expresado su gratitud a Trump, calificando la decisión como «crucial» para el futuro del país en el camino hacia la estabilidad y reconstrucción. Este acto se produce en un momento crítico, tras el derrocamiento del régimen de Bashar al-Asad, que ha dejado a Siria en ruinas y con una economía devastada. Los líderes sirios ven en esta iniciativa una señal de apoyo y una oportunidad para sanar a una nación que, según estimaciones, necesita urgentemente asistencia humanitaria debido a las feroces consecuencias de la prolongada guerra civil.
No obstante, la decisión de Trump ha generado descontento, especialmente en Israel, que se opone firmemente a cualquier levantamiento de sanciones contra Siria. La administración israelí, liderada por el primer ministro Benjamin Netanyahu, ha manifestado su preocupación, dado que un Siria unificada podría amenazar sus intereses estratégicos en la región, como lo evidencia el plan sionista del «Gran Israel». Este conflicto de intereses se ha vuelto más evidente a medida que Trump también ha buscado negociar con Irán, una acción que ha llevado a Israel a preocuparse por posibles acuerdos que no protejan suficientemente sus intereses.
Los movimientos recientes de Trump en la región han puesto de manifiesto un cambio en la dinámica de poder, en la que Estados Unidos parece dar prioridad a sus propios intereses económicos en lugar de seguir la agenda de sus aliados, como Israel. El análisis de expertos subraya que la visita de Trump, además de ser una jugada política, busca reforzar los vínculos comerciales con las naciones del Golfo Pérsico en un momento donde las relaciones económicas son cruciales, especialmente en el marco de las negociaciones arancelarias con China. Sin embargo, se advierte que para que cualquier acuerdo significativo con Irán pueda ser alcanzado, es esencial abordar de manera directa la cuestión del enriquecimiento de uranio.
Mientras estas negociaciones avanzan, la situación en regiones como Yemen también refleja la complejidad del panorama regional. Los hutíes han accedido a un alto el fuego con la mediación estadounidense, lo que pone a prueba la capacidad de Trump para actuar como un mediador efectivo. Este enfoque no ha sido bien recibido en los círculos israelíes, que sienten que Trump no está coordinando adecuadamente las decisiones estratégicas con ellos, lo que pone de manifiesto un cambio notable en la política estadounidense en la región. A medida que se desarrollan estos eventos, la posición de Trump y su administración en el Oriente Medio parece estar evolucionando, creando oportunidades y desafíos que definirán el futuro de las relaciones en esta volátil región.



















