El concepto de «nativos digitales» ha sido ampliamente debatido en los últimos años, planteando interrogantes sobre la verdadera experiencia de las generaciones más jóvenes con la tecnología. A menudo se asume que aquellos que han crecido rodeados de dispositivos digitales disponen de habilidades innatas para navegar en el entorno digital. Sin embargo, el libro «Los nativos digitales no existen», coordinado por Susana Lluna y el autor de este artículo, desafía esta narrativa, proponiendo que la competencia digital no es una cuestión de simplemente haber sido expuesto a la tecnología, sino de recibir una educación adecuada que permita usar estos recursos de manera crítica y efectiva. Este enfoque subraya la importancia de la educación digital como base para el desarrollo de habilidades que son cada vez más esenciales en nuestra sociedad
La idea de implementar controles por edad en plataformas de contenido, como se ha discutido en el contexto de la propuesta de los gobiernos de España, Francia y Grecia para regular el acceso al porno, resalta la complejidad del problema de la protección infantil en línea. Aunque la tecnología puede ofrecer herramientas para restringir el acceso a ciertos contenidos, la efectividad de estas soluciones es cuestionable. Se menciona que muchos de estos sistemas pueden ser fácilmente eludidos por los jóvenes, lo que indica que la mera existencia de un control no garantiza la protección deseada. Por lo tanto, es fundamental que se priorice la educación en el uso responsable de Internet como una estrategia complementaria a las medidas técnicas.
Los controles parentales y los sistemas de identificación en línea son solo herramientas que, aunque útiles, no sustituyen el papel crucial que juegan los padres y educadores en el desarrollo de habilidades digitales adecuadas. La educación digital debe ser un proceso participativo donde padres e hijos interactúen, discutiendo los riesgos y oportunidades que presenta la red. Este enfoque no solo fomenta un entendimiento más profundo de la tecnología, sino que también establece un canal de comunicación abierto y honesto. En un mundo donde la información y la desinformación circulan a gran velocidad, este tipo de educación puede ayudar a los niños a convertirse en usuarios críticos y responsables.
Las plataformas digitales, muchas veces fuera del control de las legislaciones locales, plantean desafíos adicionales para la implementación de regulaciones efectivas. Como se ha mencionado, la legislación que solo afecta a empresas dentro de un país puede resultar ineficaz ante el vasto ecosistema global de Internet. Esto requiere una colaboración internacional más profunda y eficaz en la regulación del uso de tecnologías por menores, además de un mayor entendimiento de cómo funcionan estas plataformas y cómo pueden ser obligadas a cumplir normativas que protejan a sus usuarios más vulnerables.
En resumen, la discusión sobre los nativos digitales y las herramientas de control en línea no debe centrarse únicamente en la tecnología, sino también en cómo educamos a las futuras generaciones para que interactúen con esta. Fomentar el pensamiento crítico hacia los contenidos digitales y la capacidad de discernir información en un entorno saturado de datos es vital en la era digital. La verdadera educación digital no se trata solo de limitar el acceso, sino de empoderar a los jóvenes con conocimientos y habilidades que les permitan navegar de manera segura y efectiva en un mundo digital siempre cambiante. Este es el desafío que debemos enfrentar como sociedad.



















