En su reaparición pública tras semanas de recuperación, el papa Francisco ha emitido un poderoso mensaje de paz al mundo desde el balcón central de la basílica de San Pedro durante la tradicional bendición Urbi et Orbi. El pontífice condenó la creciente militarización global y enfatizó que «la paz no es posible sin un verdadero desarme. ¡Basta de carrera de armamentos!». Este mensaje resuena en un contexto internacional marcado por tensiones bélicas y un gasto militar creciente que preocupa a numerosos líderes globales.
El Papa, quien no participó en los ritos de la Semana Santa debido a su delicada salud, aprovechó esta primera aparición para rondar la plaza en un papamóvil, mientras que su mensaje fue leído por el maestro de ceremonias Diego Ravelli ante una multitud de aproximadamente 50.000 personas. Desde su silla de ruedas, Francisco subrayó la urgencia de redirigir los recursos hacia quienes realmente los necesitan, pidiendo medidas concretas para combatir el hambre y fomentar el desarrollo en lugar de reforzar arsenales bélicos.
Con un tono serio y reflexivo, Francisco lamentó el clima de violencia que asola a diversas regiones del mundo, advirtiendo sobre «la voluntad de muerte» que se manifiesta en conflictos armados y en la violencia familiar. El pontífice denunció el desprecio hacia los vulnerables, incluyendo a marginados y migrantes, instando a su vez a un cambio en la conciencia colectiva para atender las necesidades de los más débiles y construir un futuro más pacífico.
Durante su discurso, el Papa no dejó de mencionar conflictos críticos a nivel global. En particular, expresó su dolor por la situación en Gaza, pidiendo un alto al fuego inmediato y una atención urgente a la crisis humanitaria. Además, hizo un llamado a combatir el creciente antisemitismo y condenó los ataques a hospitales y trabajadores humanitarios, aunque sin nombrar explícitamente a Israel, lo que refleja su enfoque cauteloso frente a tensiones delicadas.
Finalmente, Francisco abogó por la paz en Ucrania, implorando que el «Cristo resucitado infunda el don pascual de la paz» en la región. Se ocupó también del conflicto entre Armenia y Azerbaiyán, y extendió su mensaje a otras zonas de conflicto como el Cuerno de África y Birmania, donde pidió apoyo internacional tras un devastador sismo. Su discurso concluyó con un llamado a la esperanza, invitando a todos a creer que la verdadera paz es posible en un mundo tan golpeado por guerras y desigualdad.