En su primer Regina Coeli, el Papa León XIV hizo un poderoso llamado a los líderes mundiales, enfatizando un mensaje claro y urgente: «¡Nunca más guerra!». Dirigiéndose a la vasta multitud de aproximadamente 100.000 personas en la Plaza de San Pedro, el nuevo pontífice recordó la reciente conmemoración del 80 aniversario del final de la Segunda Guerra Mundial, un conflicto que dejó una estela desgarradora de 60 millones de víctimas. Con un tono firme, León XIV advirtió sobre la alarmante realidad actual, caracterizada por una «Tercera Guerra Mundial fragmentada», lamentando que el mundo, una vez más, se encuentre arrastrado hacia el conflicto en lugar de la paz.
El Papa, que lleva en su corazón el sufrimiento del pueblo ucraniano, destacó la necesidad de una paz verdadera, destacando la urgencia de liberar a todos los prisioneros y garantizar el retorno de los niños ucranianos deportados a sus familias. Su mensaje fue directo: la comunidad internacional debe actuar decisivamente para poner fin a la hostilidad y trabajar hacia una resolución que no sólo ponga fin a los combates, sino que también restablezca la dignidad y los derechos de todos los afectados por la guerra.
León XIV no limitó su mensaje a la crisis en Ucrania. En su discurso, reconoció el doloroso conflicto en Gaza, haciendo un llamado a que cesen las hostilidades de inmediato. «Que se preste ayuda humanitaria a la exhausta población civil y sean liberados todos los rehenes», instó, reflejando el profundo compromiso de la Iglesia con la vida humana y la moral en tiempos de crisis. Su enfático llamado resonó con esperanza y una clara demanda de acción en favor de los más vulnerables.
En medio de su llamamiento a la paz, el Papa también expresó su satisfacción por el alto el fuego entre India y Pakistán, mientras que, con preocupación, se cuestionó sobre la existencia de numerosos otros conflictos que persisten en el mundo. Este aspecto de su discurso subraya su enfoque global y solidario, navegando por las tensiones geopolíticas con el deseo de que las negociaciones lleven a acuerdos duraderos para terminar con la violencia en diversas regiones.
Durante su intervención, León XIV se tomó un momento para saludar a distintos grupos que llegaron a Roma para el Jubileo de las Bandas, destacando la importancia de la música en la celebración de la fe cristiana. Además, coincide con la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, instando a los jóvenes a considerar una vida de servicio en la Iglesia, pues «La Iglesia los necesita!». Finalizó su emotivo discurso felicitando a todas las madres en su día, asegurando que su figura es un pilar esencial en la sociedad. Con un gesto de calidez, despidiéndose de la multitud, el Papa León XIV se reafirma como un líder comprometido con la paz y la unidad.



















