Corría el año 2019 y Luis se encontraba haciendo su labor diaria en una bomba Copec en Peñalolén, un barrio emblemático de la Región Metropolitana. Allí, se encarga de aliviar la carga de trabajo al colocar aire en los neumáticos de los vehículos que llegan a la estación. Esta actividad, aunque simple, es vital para los automovilistas que transitan por el sector oriente de Santiago. Sin embargo, este periodo fue el inicio de una hermosa historia que transformaría su vida y le brindaría compañía en los momentos más difíciles.
En ese contexto, Luis recibió un regalo inesperado de parte de los bomberos del lugar: dos perros. Desafortunadamente, uno de ellos resultó ser muy agresivo y no se adaptó al nuevo entorno, por lo que Luis decidió quedarse únicamente con Maravilla, una perrita mestiza de aproximadamente dos años, con rayas blancas y café. Desde el primer momento, la conexión entre Luis y Maravilla fue especial, convirtiéndose rápidamente en inseparables. Este vínculo no solo le brindó alegría a Luis, sino que también le ofreció un sentido de responsabilidad y compañía en su vida diaria.
Los paseos diarios de Luis y Maravilla los llevaban hasta La estación Petrobras, hoy conocida como Aramco, en la comuna de Ñuñoa. Durante estos recorridos, Maravilla socializó con diferentes personas en el vecindario, quienes la recibían con cariño y admiración. Esta perrita no solo era un fiel compañero para Luis, sino que también actuaba como un puente entre él y la comunidad, ayudando a romper barreras y prejuicios. En esos paseos, Maravilla se convirtió en una suerte de embajadora de la bondad, facilitando el encuentro de Luis con quienes se preocupaban por su bienestar.
La historia de Luis y Maravilla no está exenta de desafíos. Luis, que vive en un espacio reducido de apenas dos metros cuadrados y a veces sin calzado, ha enfrentado la discriminación y las dificultades propias de la pobreza. Sin embargo, la lealtad inquebrantable de Maravilla le ha otorgado fuerza para seguir adelante. Para él, su perra es más que una mascota, es su ángel guardián, su apoyo incondicional que le ayuda a mantenerse en un camino positivo y a encontrar esperanza en situaciones difíciles.
En su travesía, Luis ha tenido la suerte de encontrarse con personas solidarias que han estado a su lado en momentos críticos. La empresa Aramco no solo le brinda acceso a sus instalaciones, sino que también le permite calentar su comida y trabajar en sus estacionamientos. Además, el almacén San Camilo, dirigido por Cirilo, le proporciona frutas y alimentos a menudo. Estos gestos de ayuda hacen la diferencia en la vida de Luis y han sido un rayo de luz en su travesía, recordándole que aún en medio de la adversidad, la generosidad humana puede prevalecer.