Crisis de insumisión en Israel: Un cambio profundo

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El Ejército israelí se enfrenta a una crisis de insumisión sin precedentes en las últimas décadas. Cada vez más reservistas y nuevos reclutas están tomando la decisión de negarse a participar en las operaciones militares en Gaza y Cisjordania. Esta situación marca un cambio radical en una sociedad donde la obligación de servir en las fuerzas armadas ha sido tradicionalmente vista como un deber patriótico. En el contexto actual, los informes indican que la tasa de asistencia de los reservistas ha caído drásticamente, pasando del 120% a un alarmante 80% en pocas semanas tras los ataques del 7 de octubre.

Sophia Or, una joven israelí de 20 años, es un ejemplo de esta creciente ola de desobediencia. Desde que cumplió su mayoría de edad, tomó la decisión consciente de no alistarse en las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), a pesar de haber reflexionado sobre su decisión desde los 15 años. Sophia argumenta que las acciones del ejército son inmorales e improductivas, incluso mencionando la cifra devastadora de 18.000 niños muertos en Gaza, lo que para ella no deja ninguna justificación para continuar con la guerra. Su valentía resuena entre un número cada vez mayor de jóvenes que cuestionan el coste moral y humano del servicio militar.

El 7 de octubre no solo marcó una escalada en el conflicto, sino también un cambio en la percepción pública respecto al servicio militar, que previamente había sido visto con un sentido de obligación patriótica casi inquebrantable. Sin embargo, en las últimas semanas, el clima ha cambiado drásticamente. Las protestas han estallado en varios frentes, incluida una notable manifestación de 1.000 reservistas de la Fuerza Aérea que instaron a los ciudadanos a desobedecer las órdenes y demandar un cese inmediato de la guerra. Esta creciente resistencia plantea serias preguntas sobre la sostenibilidad de la tradición israelí de servicio militar obligatorio.

Los motivos detrás de esta ola de deserciones son variados, pero muchos se centran en el desgaste emocional y la preocupación por las elevadas bajas civiles. La comunidad israelí está empezando a cuestionar la moralidad de las operaciones militares y las justificaciones que se ofrecen para la continuidad del conflicto. Además, la creciente presión social combinada con la desigualdad en el servicio militar, donde ciertos grupos como los ultraortodoxos están exentos, agrava el malestar en la opinión pública. Así, se observa un fenómeno donde la mayoría de los que se niegan a servir provienen de clases sociales que han logrado sostenerse económicamente y socialmente ante las consecuencias de su decisión.

Mientras el Tribunal Supremo de Israel subraya la tensión creciente por el trato desigual de la comunidad ultraortodoxa, que se beneficia de exenciones del servicio militar, el futuro del servicio militar obligatorio parece incierto. La sensación de un punto de inflexión es palpable en la sociedad israelí, a medida que más personas desafían el statu quo y exigen un replanteamiento de la moralidad de las acciones del ejército. Este cambio de mentalidad podría tener profundas repercusiones en la estructura social y política de Israel, desafiando el legado del servicio militar y su rol en el conflicto con Hamás.

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