Telefónica ha dado un paso decisivo hacia la modernización de su infraestructura de telecomunicaciones en España con el apagado de las últimas 661 centralitas de cobre. Este cierre marca el final de una era para la compañía, que había mantenido estas centralitas operativas desde que en 2007 comenzó a prepararse para la transición a redes más avanzadas. Desde el inicio de este ambicioso plan en 2014, Telefónica mostró su compromiso por eliminar gradualmente las viejas tecnologías de cobre, empezando por los apagones en localidades como Sant Cugat del Vallès y Torrelodones. La migración hacia la fibra óptica busca ofrecer una conexión más rápida y eficiente a sus clientes, tanto a nivel empresarial como particular.
Con el cierre de estas centralitas, Telefónica ha logrado que más del 94% de sus clientes ya utilicen conexiones de fibra óptica. El resto se ha trasladado a opciones como conectividad vía satélite o redes móviles. Este cambio no solo representa una mejora en los servicios de telecomunicaciones, sino que también subraya la competitividad del mercado español, donde otras operadoras como Vodafone ya habían completado su transición al eliminar sus centrales de cobre. El hecho de que algunos clientes hayan necesitado una ‘persecución’ mediante SMS y correos electrónicos evidencia la resistencia al cambio de algunos usuarios, pero la gran mayoría de los abonados ha seguido el ritmo de la evolución tecnológica.
Además de mejorar la conectividad, la migración a la fibra óptica ha permitido a Telefónica obtener importantes beneficios económicos. El apagado de las centralitas de cobre no solo significa un ahorro considerable en el consumo de electricidad, sino que la compañía también ha podido liberar espacio en sus instalaciones, ya que la infraestructura de fibra ocupa mucho menos. Esta optimización de recursos es esencial en un contexto donde la sostenibilidad y la reducción de la huella ambiental son prioritarias. Telefónica, como líder del sector, se alinea con estas tendencias, buscando no solo la rentabilidad económica, sino también un compromiso con el medio ambiente.
Sin embargo, el fin de las centralitas de cobre significa también la pérdida de la garantía de conexión telefónica en hogares que carecen de suministro eléctrico, algo que se evidenció con el apagón del pasado 28 de abril. Muchas familias recurrían al antiguo sistema de cobre que permitía mantener una línea telefónica activa incluso sin electricidad, lo que ahora no será posible. Este cambio, aunque necesario para avanzar hacia un futuro más digital, plantea nuevos retos para los usuarios que dependen de las telecomunicaciones en situaciones de emergencia.
El apagado de las últimas centralitas de cobre en España por parte de Telefónica representa un hito significativo en la evolución de las telecomunicaciones en el país. Este movimiento destaca la importancia de adaptarse a las innovaciones tecnológicas y la necesidad de ofrecer servicios más eficientes y rápidos a los consumidores. Con la migración completa a la fibra óptica, Telefónica no solo refuerza su posición en el mercado, sino que también marca el camino hacia un futuro más conectado y sostenible, donde las antiguas tecnologías quedan atrás para dar paso a nuevas oportunidades.



















