Wolframio: Importancia en Conflictos y Minería Europea

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El wolframio, también conocido como tungsteno, es el único elemento de la tabla periódica que tiene dos denominaciones, un hecho que refleja su relevancia tanto en la ciencia como en la historia. Su nombre original, wolframio, proviene de la expresión alemana «baba de lobo», asignado por los hermanos españoles Juan José y Fausto Elhuyar, quienes lo descubrieron. Sin embargo, el término tungsteno, que se traduce como «piedra pesada» en sueco, es el que ha prevalecido en la mayoría de los países, sobre todo en el ámbito anglosajón, derivando en su símbolo químico «W». La curiosidad en torno a sus nombres no es lo único notable de este metal; su historia está marcada por controversias, sobre todo en relación con conflictos bélicos y geopolítica contemporánea.

La asociación histórica del wolframio con la guerra se hizo evidente durante la dictadura de Franco en España, cuando el líder español decidió vender este mineral a Alemania, esencial para su maquinaria de guerra. Este acto no solo levantó críticas; también planteó interrogantes sobre la responsabilidad ética en el comercio de recursos naturales. En la actualidad, el wolframio ha adquirido nuevamente relevancia como uno de los 47 proyectos estratégicos de materias primas críticas de la Unión Europea, en medio de una creciente preocupación sobre la autosuficiencia energética y militar de Europa en un mundo cada vez más incierto.

En la tabla periódica, el wolframio pertenece al grupo 6, junto a otros metales como el cromo y el molibdeno, y es un componente vital de los minerales conocidos como 3TG: estaño, tántalo, tungsteno y oro. Este grupo de elementos es objeto de regulación internacional debido a su importancia en conflictos armados, ya que su extracción a menudo financia guerras. De hecho, el wolframio ha sido utilizado para fabricar munición perforante, armamento y componentes estructurales de aeronaves y vehículos militares, posicionándose así como un metal fundamental en las industrias de defensa y armamento a nivel global.

En respuesta a estos desafíos actuales, la Unión Europea ha elaborado un notable plan de inversión que destina 22,500 millones de euros en proyectos mineros a través de varios países, entre ellos, España, donde la producción de wolframio ha sido significativa a lo largo de la historia. Este ambicioso plan se enmarca dentro de la Ley de Materias Primas Críticas, diseñada para disminuir la dependencia de Europa de otras naciones para asegurar el suministro de recursos esenciales. Se busca explorar y desarrollar nuevos yacimientos mineros y fomentar el reciclaje de estos materiales, lo que podría transformar el panorama de la minería en el continente.

Entre los proyectos destacados se encuentran las operaciones en la mina Los Santos, en Salamanca, y La Parrilla, en Cáceres, donde la producción de wolframio es históricamente importante. Mientras tanto, la UE también ha decidido realizar extracciones en Ciudad Real y Extremadura. El potencial minero español no solo representa una oportunidad económica, sino que también es una respuesta a la necesidad de resurgir en un momento de crisis global, donde la guerra en Ucrania y la reconfiguración de alianzas políticas ponen de manifiesto la urgencia de una nueva capacidad autonómica en Europa. Así, el wolframio vuelve a ser relevante, no solo como recurso mineral, sino también como símbolo de la lucha por la autosuficiencia y la soberanía en tiempos de tensión geopolítica.

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