Otra de las preguntas que nos habéis hecho llegar esta semana está relacionada con el invierno y el fresquete que lo caracteriza: ¿Podrían congelarse nuestras lágrimas en caso de llorar a la intemperie, a muy baja temperatura? Lo cierto es que no existe literatura concreta al respecto, así que, para contestar, lo haremos desde el punto de vista de la química de las lágrimas.
Rubén Pulido, oftalmólogo y maldito que nos ha prestado sus superpoderes explica por qué es precisamente desde el punto de vista de la química desde el que podemos intuir la respuesta a vuestra pregunta: “Sabemos que, en condiciones ideales, el agua se congela al alcanzar la temperatura de 0° C. Las lágrimas, si bien están constituidas en su mayor parte por dicho elemento, tiene en su composición otros tales como proteínas y sales. De hecho, su sabor es salado”, señala Pulido. Por este motivo, “su punto de congelación debe ser más bajo: sería necesario someterlas a temperaturas más bajas para lograr alcanzarlo”, añade.
La cosa no queda aquí, sino que, al no existir un solo tipo de lágrima (hay lágrimas basales, reflejas, emocionales…) su composición también varía. “Por lo tanto, también lo hacen su punto de congelación y la temperatura a la que sería necesario someterlas para congelarlas”, señala el experto. “De ahí que sí sea posible congelar lágrimas, en tanto dispongamos de los medios para hacerlo”.
Pero vamos un paso más allá… Es cierto que no existen estudios que corroboren si, en el momento mismo del llanto, una lágrima se pudiese o no congelar (aunque sí fuera de ese contexto, como explica Pulido). Pero, ¿qué pasa con los ojos? ¿Podría, en algún caso, congelarse nuestro globo ocular? De nuevo, depende de si lo llevamos puesto, vivitos y coleando (guiño, guiño, nunca mejor dicho) o de si hablamos del globo ocular aislado.
Si nos referimos a la congelación ocular en una persona viva, esta no llegaría a producirse. “El ojo está dentro de la cabeza, y la cabeza se mantiene a temperatura corporal. Es decir, [los ojos] nunca se enfriarían lo suficiente como para congelarse”, explica la página web sobre ciencia, tecnología y medicina The naked scientists, gestionada por un equipo de científicos, médicos y comunicadores.
Si hablamos de los ojos en un cuerpo sin vida, “claro que es posible congelarlo en su totalidad”, indica Pulido: solo debemos contar con el medio adecuado para bajar la temperatura hasta el nivel requerido. “La mayor parte del globo ocular está compuesta por el humor vítreo, compuesto por más de un 99% de agua”, señala el experto. Tal y como sucede con las lágrimas, también incluye otros componentes que hacen variar su punto de congelación respecto del agua pero, como propone de ejemplo el oftalmólogo, “si nos fijamos en los ojos de un cordero o de un lechón en el congelador, veremos que estos pueden congelarse tanto como el resto de los tejidos”.
“Los ojos en un cadáver se congelarían pero, mientras estés vivo e irradiando calor, esto no puede pasar”, añaden en The naked scientists. Para poner la guinda, terminan con la siguiente afirmación: “Incluso las lágrimas no se congelan inmediatamente, ya que son muy saladas y la sal reduce el punto de congelación”.
En este artículo ha colaborado con sus superpoderes el maldito Rubén Pulido, oftalmólogo.
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