Si hablamos de una bebida, alcohólica o no, que está arraigada prácticamente en culturas de todas las latitudes del mundo, es porque estamos hablando de la cerveza. O del vino. Pero hablaremos de la cerveza. Sí, porque es lo que nos convoca.
Este brebaje, de larga data en la historia humana, es una bebida fermentada mediante cereales y la acción de ciertas levaduras, que está compuesta por agua, cebada o trigo, levaduras y lúpulo, de reciente incorporación en la receta, comparado con la fecha del resto de los ingredientes.
Este último ítem, el lúpulo, es una plantita trepadora cuya flor se utiliza en la creación de la cerveza. La flor hembra sin fecundar, específicamente. Esta planta entrega versiones aromáticas, amargas y mixtas que le dan a los maestros cerveceros un abanico cada vez más amplio de posibilidades de creación.
Desde el Antiguo Egipto y el Imperio Romano, pasando por el Renacimiento y llegando hasta hoy, en la era de la microbiología y las cervezas de laboratorio, esta bebida fue evolucionando y ganando adeptos, dándole vida a marcas que en la actualidad acumulan más de 200 años de experiencia en fabricación.
La cerveza Ale
Esta categoría corresponde a una familia de cervezas de fermentación alta, con temperaturas de entre 15 y 25 grados Celsius, con un periodo mucho más corto de fermentación que no supera en demasía la semana.
Este proceso hace que una Ale generalmente posea un cuerpo medio a alto y desarrolle compuestos químicos (esteres) que la hagan tener un rango de aromas florales y frutados y un carácter mucho más complejo. Por ejemplo, en esta familia de cervezas es común encontrar versiones con notas de manzana, pera, piña, pasto, heno, ciruela o ciruela pasa.
Algunas de las variantes que más se han hecho de un nombre en el mercado son las Pale Ale, de maltas pálidas y sabor amargo, la Stout o “negra”, mucho más oscura y algo menos volátil. Bien saben de esto en Bélgica, Francia y Holanda, que cuentan con una tradición cervecera de enorme relevancia incluso en nuestros días.
La cerveza Lager
Esta otra familia de cervezas, cuyo nombre proviene de un término alemán traducido como “almacenar”, es de fermentación más fría y en su proceso no suele superar el grado Celsius de temperatura.
Y si los alemanes la denominaron así, ha de ser por algo. Claro, es que las cervezas Lager son almacenadas entre dos y seis meses para que maduren en el frío y alcancen sus condiciones óptimas, por ejemplo, menos espuma y suavidad de la levadura.
En Chile
Tras una fuerte inmigración alemana y la llegada de recetas y «cocineros» nuevos, el sur de Chile comenzó una tradición cervecera que posicionó, poco a poco, sus productos en mercados globales. El caso más notable fue el nacido de los esfuerzos de Karl Anwandter, inmigrante prusiano de profesión farmacéutico, quien llegó a Valdivia y creó la primera fábrica de cerveza de la región, casi como dándole la bienvenida a sus hermanos de continente que pronto harían colonia en Sudamérica.
Hoy su legado vive en Kunstman, marca que rescata su imagen y su historia y representa parte importante del trabajo promocional de las agencias de turismo hacia la región. Al alero de esta firma, se han originado diversas variedades y han proliferado sus seguidores a lo largo del planeta.
Algunas propiedades notables
Diversos estudios, de también diversas localidades, han demostrado que la cerveza consumida en cantidades inteligentes, es capaz de afectar favorablemente al organismo y su salud. Esto porque se concibe a la cerveza como una nutritiva bebida hecha con minerales, proteínas, mucha fibra y propiedades antioxidantes. Y son tantas sus variaciones como sus posibilidades de hacer bien. Algunas preparaciones de cerveza son más calóricas que otras –como es el caso de la negra comparada con la rubia- o tienen una proporción más saludable de hierro, entre otras cualidades particulares.
Entre los beneficios comprobados de la cerveza están sus condiciones para reducir el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, además de facilitar la digestión y retrasar la menopausia. No por nada el afamado griego Hipócrates se declaraba amante de esta bebida, considerándola “un calmante suave que apaga la sed, fortalece el corazón y las encías”. Y se quedó corto.